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De los SERINES HOLANDESES al AGI (VII)

30 noviembre, 2013 Posted by hnosgarciaramos

EL RIZADO DE PARÍS: Las plumas del ALA, COLA y PATAS.

 

El ala, la cola y las extremidades inferiores (patas, pies y dedos) se unifican y forman un solo apartado, con una valoración de 10 puntos, en el estándar OMJ/COM y CNJ/FOCDE del Rizado de París (fig.1).

 

Fig. 1:  Ala, cola y patas

Fig. 1: Ala, cola y patas

EL ALA

El  Ala es un órgano par y representa el miembro o apéndice torácico de las aves.  Se encuentran situadas una a la derecha y otra a la izquierda del tórax y les sirven para volar (fig.2); y, en particular, al parisino para saltar entre los travesaños de la jaula.

Fíg. 2:  El Ala.

Fíg. 2: El Ala.

La cara dorsal del ALA de un Rizado de París se compone de una serie de tractos o zonas como: la supra-alar donde se encuentran las plumas coberteras, el tracto del borde del Ala (tracto marginal) que incluye las plumas de la álula del segundo dígito y las plumas de vuelo (rémiges o remeras).

Fíg. 3: Charreteras

Fíg. 3: Charreteras

De igual modo; en el pterilo humeral – que lo integran dos tractos o regiones; un primer tracto largo (gran humeral) que atraviesa el húmero, y un segundo tracto más corto (pequeño humeral) que continúa por el borde de la membrana alar – surgen otro grupo de plumas de vuelo, largas y abundantes, que recubren el hueso húmero en la parte dorsal del Ala (hombros en los rizados) y se conocen como “CHARRETERAS” (fig.3-4).

Estas plumas de los hombros o charreteras, “cuanto más largas sean, más valor tiene el parisino, pues no hay que olvidar que entre sus antepasados se cuenta el Trompetero del rey, cuya principal belleza residía en el plumaje de los hombros, que recordaba el uniforme de algunos oficiales del ejército de entonces” (ROBERTI M. 1967); y, que no es otra cosa más que la divisa militar de oro, plata o lana que se sujeta al hombro de la cual penden unos flecos o canelones y que sirven de distintivo y adorno. Pues, de este distintivo, es de dónde toman su nombre estas plumas del parisino.

Por consiguiente, en los canarios Rizados de París, podemos distinguir tres tipos de plumas sobre el Ala, las rémiges primarias y secundarias, las coberteras que se localizan sobre el antebrazo y mano; así como, las charreteras. Las rémiges se conocen también como remeras; porque, son las plumas que utiliza el ave para el vuelo. Si bien, el prestigioso tratadista y publicista colombófilo Dr. PÉREZ-LERENA de Cuba (1959) las denomina  remigias (1). Las rémiges primarias se encuentran en el ala anterior o ala activa y son nueve; las rémiges secundarias generalmente son nueve, y van de la diez a la dieciocho; aunque, DE BASEGGIO (1996) considera la diecisiete y la dieciocho como rémiges terciarias (fig.5).

Fig.5:  Rémiges

Fig.5: Rémiges

Para AUBAC P. (1959, pág.47) en el ALA de un Rizado de París,  “se distinguen fácilmente tres tipos de plumas, es decir, las grandes rémiges, las rémiges secundarias y las coberteras del Ala”; y, cuando un rizado está en reposo “las rémiges secundarias cruzan las grandes rémiges por encima o por debajo hacia el exterior o interior del ala; al igual que cuando la rémiges se cruzan entre ellas. Casos poco frecuentes pero defectos aún más graves” (fig.6).

En cambio, para LOMBARDINI (1974, pág.109), las ALAS deben ser “largas, regulares y bien colocadas; es decir, ni caídas ni cruzadas” (fig.7). Mientras, el estándar  OMJ/COM sostiene que las ALAS tienen que ser “largas, sin cruzarse exageradamente” y el CNJ/FOCDE que las ALAS de los parisinos deben ser “largas, adheridas al cuerpo, sin cruzarlas excesivamente (fig. 8)

Fig. 7  Ala no cruzada

Fig. 7 Ala no cruzada

 DE BASEGGIO (1996, pág.56) considera un ALA defectuosa, cuando las remeras “se cruzan entre sí”, sin especificar si esto en Francia se valora como un defecto o un comportamiento aceptable; estimando que el cruzamiento de ALAS es un defecto; porque, “raramente ocurre cuando estas son largas y regulares. Si bien, R. LE DUFF  (1990)  mantiene que las alas pueden cruzarse.

Resulta evidente, que por alguna extraña circunstancia, los parisinos cruzan de manera habitual las ALAS; lo cual nos lleva a considerar que lo aportado por DE BASEGGIO (1996) es más un deseo que una realidad. Porque a consecuencia de la experiencia acumulada durante bastante tiempo como criadores, así como, de las observaciones llevadas a cabo en diversos concursos; hemos sido conducido a verificar y valorar que lo aportado por LE DUFF (1990), de que “las alas pueden cruzarse” se considere como un fenómeno aceptable; y, aunque tal propuesta constituya un hecho notable dentro de las razas de canarios, no deja de ser una situación no inexplicable.

Si tenemos en cuenta que, el Ala es el órgano indiscutible en el acto del vuelo de nuestros Rizados; y, resulta de la organización y armonización de las diferentes partes que conforman su estructura; que, a su vez, están provistas de un tipo especial de plumas que guardan una estrecha relación en la mecánica del vuelo. Parece obvio, que la permanencia, durante más de seis siglos, en un espacio reducido (jaula), el Ala abandona su función de remo y la estructura formada por huesos, músculos y plumas dejan de ser el motor que la impulsan.

Esta nueva situación, desafortunadamente, puede haber originado algunas modificaciones lentas y aparentemente insensible, que han tenido como finalidad biológica alcanzar un bajo grado de perfección estructural y funcional como resultado de ir perdiendo la mecánica del vuelo, que es para lo que fueron creadas.

Fig. 8   Sin cruzarlas excesivamente

Fig. 8 Sin cruzarlas excesivamente

De tal modo, que estos cambios impiden una relación equilibrada entre su estructura esquelética y muscular, la longitud de las rémiges y su implantación en las Alas; produciendo, de manera clara, una deriva anómala en este órgano del parisino; lo que ha llevado a esta característica del estándar a definirse como: “las alas puedan cruzarse, aunque no de manera exagerada” (fig. 9).

Otra particularidad, que ha podido influir, en mayor o menor medida, en el cruzamiento de las plumas de las alas, es el “Porte”; es decir, el ángulo que forma el diámetro longitudinal (cabeza, tronco y cola) en los canarios de postura rizada pesada y el posadero, el cual suele oscilar entre los cuarenta y cinco y cincuenta y cinco grados, obligando a “mantener el Ala sobre el dorso bajo” para que no caigan; fenómeno, que fuerza al Ala a su cruzamiento.

Como contraste, cuando observamos el Porte en los rizados de postura rizada de posición (giboso, gibber, etc.). Reparamos, que sus alas son perpendiculares al posadero salvo algunas excepciones; circunstancia, que nos lleva a pensar, en un primer momento, que a consecuencia de esta particularidad carente en los rizados de postura pesada, “las alas o sus puntas no se cruzan”.

Pero, si examinamos detenidamente las puntas de las alas de los rizados de postura rizada de posición; y nos ajustamos a la norma del estándar (giboso): largas, adheridas al cuerpo, sin cruzarlas, con las “puntas separadas del cuerpo”. Parece que esta separación del cuerpo obliga a cruzarlas; anomalía, que se aprecia más acentuada cuando el giboso tiene las patas acodadas. Fenómeno bastante generalizado en todas las razas de postura rizada. 

Figura 7-9  Ala no cruzada y ala algo cruzada, aunque no exageradamente

Figura 7-9 Ala no cruzada y ala algo cruzada, aunque no exageradamente

Por consiguiente, los canarios rizados de porte medio (parisino, padovano y gigante), es decir, no tan alto como los rizados de posición (giboso, gibber,…); el fenómeno del cruzamiento de las puntas del Ala es bastante más frecuente de lo deseado. Por ello, el considerar como no defectuoso este fenómeno, a excepción del padovano; creemos, que es una decisión bastante acertada del estándar al permitir cruzarlas, “aunque no de manera exagerada”.

En cualquier caso, resultaría interesante prestar atención a esta característica del estándar;  para, con las herramientas de la genética ir corrigiendo, si fuera posible, esta deficiencia que persiste de manera continua en los parisinos, y lograr su mejoramiento.

Incluso, puede existir la posibilidad, como resultado de esta corrección, conseguir dar amplitud al dorso; que conllevaría un voluminoso manto y ramillete con largas plumas, así como, unas extraordinarias olivas; dando lugar a un aumento de su diámetro o diámetros transversales; que, como resultado, podríamos conseguir una mejora en el TIPO IDEAL del parisino: el “BRACHIMORFO”.

Ahora bien, debemos evitar que este defecto nos lleve  a límites extremos de convertir el cruzamiento de las Alas en obsesión, y consecuentemente prime sobre criadores y jueces en detrimento del “valor” de las otras características del estándar, que son las que han hecho de esta raza la joya de la canaricultura.

Partiendo de lo expuesto, podemos concluir que, cuando examinamos el ALA de un parisino, debe: estar pegada al cuerpo; sus rémiges primarias y secundarias tienen que presentar una correcta alineación, sin entrantes ni salientes o deterioro por suciedad y picoteo; el conjunto de sus barbas y bárbulas formar una estructura ancha y dispuesta paralelamente al tallo o eje de la pluma; su terminación o extremidad adoptar una forma lo más netamente redondeada, para lograr alcanzar su máximo potencial en cuanto a su longitud y uniformidad; evitar que sus rémiges secundarias se crucen con las primarias, ni por arriba ni por debajo; impedir que las puntas de las alas se crucen exageradamente; y procurar que sus charreteras sean largas y abundantes (fig.10).

 

 

La COLA

La cola, propiamente dicha, la forman plumas coberteras caudales (rectrices o timoneras) que nacen en la rabadilla (fig. 11).

 

 

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