La práctica colombófila arraiga en nosotros desde muy pequeños, nuestro padre ya había practicado este pasatiempo en su juventud, y es a través de él como llegamos a conocer e interesarnos por los inicios de esta afición en nuestra ciudad.
Todo ello ocurrió, que rebuscando entre los papeles de un viejo armario, cual no fue nuestra sorpresa, cuando mis manos y nuestros ojos quedaron atrapados en unos viejos papeles amarillos. Intrigado por su contenido comenzamos a ojearlos y descubrimos con alegría que se trataba de dos viejos diplomas de un concurso de palomas mensajeras del año 1936 correspondiente a un club que, según parece, existió en la ciudad de Aguere, y que se llamaba Club Colombófilo de La Laguna.
A partir de estos documentos e indagando en los ambientes colombófilos llegamos a dos viejos aficionados que habían pertenecido a dicho club, D.Evelio de la Rosa y D.Antonio García de la Rosa. Y fue en casa de D. Evelio donde mantuvimos una amena charla con estos antiguos aficionados a las palomas mensajeras de la ciudad de La Laguna.
A mi pregunta sobre si el Club estaba legalizado, D.Antonio no lo recordaba, pero D.Evelio que había sido su secretario, nos dijo que la documentación fue presentada en el año 36 al Gobierno Civil y que nunca se retiró, lo que hace suponer que pudo haber sido aprobada, pero no se supo porque estalló la Guerra Civil Española y muchos de ellos fueron movilizados.
El número de aficionados que viajaban por aquella época eran de unos veinte. En cuanto a sus nombres, éstos afluyeron gracias al recuerdo, algo forzado, de uno y otro, hasta formar un grupo, aunque según ellos faltaban y de otros tenían dudas, ya que el tiempo hace olvidar.
El presidente era Ricardo Armas Backer, secretario Evelio de la Rosa, y tesorero, Antonio García. Entre los aficionados se encontraban, D. Pedro Figueroa, pero según ellos este señor casi nunca viajaba, Agustín Monteverde, Alonso Lecuona, Argelio Amador, Manolo Charrosa, Nicolás Pérez Ascanio, Francisco Expósito el carpintero, que vive en la Esperanza, Juan Antonio el carpintero de la calle San Juan, Nero el hijo Rafael el de la imprenta.
Según D.Evelio, Nero era bastante aficionado a poner inyecciones a las palomas, de tal manera que buscaba todas las palomas enfermas y les inyectaba los productos de la época que él creía que eran buenos, hasta el extremo de llegar a ponerles inyecciones de leche a sus palomas; continúo D.Evelio diciéndonos que tal era su pasión por las inyecciones y la medicina, que se fue a Venezuela y cree que se hizo practicante. Sin embargo, el tiempo había creado lagunas sobre el nombre de muchos socios.
El local social o Club se encontraba en la calle Viana, en un cuarto o habitación de la Escuela Primaria de D. Domingo Salazar, lugar donde se recogían las palomas para llevarlas al centro colombófilo de Santa Cruz. El nombre de este centro o sociedad no lo recordaban, pero si el lugar donde estaba ubicada, en la C/ Jesús Nazareno, siendo su presidente el Sr. Pérez Stter y directivos el Sr. Hardinsson y el Sr. Cayol.
Al preguntarle cómo y con qué comprobaban sus palomas, D.Antonio recordó que había un comprobador en el local social, para comprobar las palomas. Sorprendido de que sólo existiera un comprobador, D.Evelio nos dijo, que habían cuatro o cinco comprobadores, en su caso particular se lo había comprado a Ossuna.
Continuó diciendo D. Antonio que aquellos que no tenían comprobador llevaban el rossor a la sociedad y se les descontaban un tiempo prudencial. Los que tenían aparatos las comprobaban en sus casas, tal como se hace en la actualidad.
Los palomares se parecían a los nuestros, tenían departamentos de pichones hembras y machos, adultas hembras y machos. Viajaban al natural y soltería. A la pregunta de si utilizaban o conocían el método de la viudez, dijeron que no. Para alimentar sus palomas utilizaban mezclas como las actuales. El saco de maíz según D.Evelio valía 7 pts., en Santa Cruz compraban arbejas, chícharos, etc., y hacían sus mezclas.
Comentaba D.Antonio, que utilizaban como grit un queso que hacían con cal, arena, matalahuga y algunos productos más que ya no recordaban, típico de la edad y del paso del tiempo. Entrenaban las palomas mañana y tarde, aunque según D.Evelio, D.Pedro Figueroa las tenía siempre sueltas.
A mi pregunta sobre las razas o líneas de palomas que poseían, D.Evelio dijo que las suyas eran de D.Pedro Figueroa, de un lote de palomas que compró este señor a Roselló y eran casi todas importadas. Tenían de Armas Backer, Peraza y Samarica que eran unos Colombófilos de Santa Cruz. También habían palomas en La Laguna, de Talavera y de Pérez-Lerena. La edad de los aficionados oscilaba entre los 17 y 19 años, no obstante habían personas mayores. Conocían escritos de Pérez-Lerena y Roselló.
Les pregunté si aún estaban relacionados con el mundillo de las palomas y si conocían a miembros actuales del Club Colombófilo Real Hespérides, la sociedad actual de la Laguna. D.Antonio, por su parte, si decía conocerlos, ya que sus hijos son colombófilos, y mantiene contacto con aficionados actuales a través de ellos.
Sin embargo, D.Evelio solo conocía a Juan Tomás Fernández, que había fallecido unos años antes de esta entrevista. De él comentó que siendo Juan Tomás muy pequeño, cuándo el fue movilizado para la guerra, se encargó de cuidarles sus palomas. Recuerdan que antes de esta sociedad había un grupo de aficionados que viajaban y hacían diplomas, Juan Antonio el carpintero de la calle San Juan era su presidente o su aficionado más activo; era un vago recuerdo.
Es noble recordar que D. Juan Tomás Fernández Mendoza, junto con un grupo de aficionados fundan en La Laguna la actual sociedad colombófila -Club Colombófilo Real Hespérides- en 1955, llegó a ser un activo presidente. Sus palomas los famosos Bricoux y Charles Heizman- han marcado un hito en la historia de la colombofilia lagunera, pero es otra historia para ser contada en otro momento.
Con el recuerdo y el sacrificio que supone adentrarse en el pasado tan lejano de estas dos personas mayores, fue uno de esos momentos de nuestra vida donde se hablan y se comentan tantas cosas que por desgracia nunca figuran en la letra impresa, pero que nos hacen vivir momentos verdaderamente entrañables.
Desde estas líneas un recuerdo y un profundo agradecimiento a estos pioneros de nuestra afición en La Laguna, y que sirva de recuerdo a los que actualmente practican este noble deporte, ciencia y arte de la colombofilia en nuestra querida ciudad de Los Adelantados, alentando a continuar con la historia de nuestro deporte en el umbral donde nosotros la hemos dejado. La sociedad que no da culto a su memoria deja de existir.